Hace dos días desde este mismo lugar dijimos que Independiente era un tango y que esta serie prometía ser una novela. Dicho y hecho, al Rojo le costó horrores cerrar el partido, tanto así que terminó ganándolo en suplementario con el apoyo de su gente.
El primer tiempo fue un calco de la misma parte del partido del domingo. El local jugó mejor, pero la efectividad de los tiradores rivales dejó al conjunto neuquino abajo en el marcador. Luciano Alonso se destacó en la conducción. Cada vez que Seba García lo sentó en el banco, su equipo lo sintió, porque dependió más de individualidades como Nico Remolina y Juan Levrino. Con esos nombres como cartas ofensivas, logró dar vuelta el tanteador en el segundo parcial.
Tras el descanso largo, la visita mejoró considerablemente en defensa. Jugó al medio foul y le dio resultado. Una de las virtudes de Independiente fue que, en su peor momento del partido, los mendocinos no lograron escaparse en el marcador. El siempre rendidor Gastón Guevara contó con la compañía de Seoane y Velázquez para tomar el mando.
Junin sacó la máxima en el comienzo del último cuarto por conversiones de Sánchez y Velázquez. Cuando el Rojo pareció se caía, emergió Paolo Casale a pura actitud para descontar y recuperar un par de pelotas. Dos bombas de Sepúlveda y Farías le diereron impulso a los neuquinos, que pasaron al frente con Alonso haciendo de las suyas.
Ahí se vio al Independiente dramático. Capaz de destruir todo lo bueno que había recuperado. Estuvo un par de minutos sin anotar y le dio vida a un rival que ya estaba con la manzana en la boca. La diferencia llegó a ser de 5 hasta el descuento de Ciuffo con 2 libres. Sepúlveda decidió bien en el ataque y sacó una buena falta, pero hizo 1-2 en la línea para el 66-63.
El equipo cuyano eligió mal y Farías robó una pelota de partido. Sin embargo, el Rojo tardó una eternidad en mover el balón con 12 segundos en el reloj. El propio Farías perdió la pelota y Junín tuvo una chance más. Fue Guevara quien aprovechó la mínima grieta y anotó el triple con tablero que empató el partido.
A todo esto, quedaban cuatro segundos. Independiente tuvo una bola más con una excelente descarga de Farías para Mario, cuyo triple desde la esquina no quiso entrar.
En el suplementario se repitió la costumbre pendular del Rojo, pero a la inversa. Seoane puso diferencia de cinco, pero otra vez Alonso y Farías, con un triple desde Júpiter, empataron el encuentro. Un simple de Seoane le dio ventaja (76-75) a los de blanco, pero otra vez surgió Farías para dalre una asistencia preciosa a Levrino, quien anotó la última conversión del encuentro a falta de 1:24.
De ahí en más el juego fue un cúmulo de malas decisiones. Farias perdió la pelota por un error en el traslado, Seoane hizo lo propio del otro lado y Alonso no pudo convertir un triple sobre la chicharra de la posesión. Entonces, el corazón se paró de nuevo con la última bomba que quiso activar Guevara. Un jugador que rebalsa talento, confianza y, por lo menos en esta serie, mucho optimismo.
Esta vez, el soporte desactivó la explosión.
Independiente sufre, se rie, juega bien, juega mal, defiende bien, se cae, se levanta. Por ahora sigue vivo y buscará darle cierre a la novela en Junín. Si pierde los dos que vienen, el quinto juego sería en La Caldera.
SÍNTESIS
CAI: Levrino 15, Alonso 15 (9as), Remolina 9, M. Sepúlveda 9, Riego 8, Boudet 8, Farías 8, Casale 5. DT: Seba García.
JUNÍN: Guevara 29, Seoane 17 (8r), Ciuffo 8, Velázquez 8, Moreno 7 (9r), Sánchez 6, Boccatonda 1. DT: Alberto Martínez.
Parciales: 14-16, 36, 32, 58-61 y 66-66. Final: 77-76.
Parciales: 14-16, 36, 32, 58-61 y 66-66. Final: 77-76.
Jueces: Gianino y Carrasco
Cancha: La Caldera, 160 personas.
Fotos: Fede Genesio
Crónica: Facu Rumene
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