Pensé mucho en publicar esto en mi blog personal o a través del medio de comunicación sobre basquet. Como tiene que ver con el deporte que nos ha convocado estos años, decidí hacerlo por acá porque lo que sentí ayer es algo que puede explicarse desde uno pero trasciende lo individual. Esto es nuestro, de todos los que amamos el basquet.
El día empezó con el piso en movimiento tras las palabras del admirable Juan Pablo Varsky. Sabíamos que alguna lágrima se iba a escapar allá por las 20:30. ''Eso arrancó en Neuquén, o antes'', dijo el periodista. Para los que somos del alto valle o de la provincia y tuvimos la suerte de ver a aquel equipo, esto empezó en el Ruca Che. Yo me acuerdo del Sudamericano de Valdivia que transmitió ESPN, algunos hablan de mundial juvenil. Pero para los que están leyendo y para mi, el Premundial fue inolvidable. Por varias razones.
La primera es todo lo que vino después: subcampeones mundiales, campeones olímpicos, medalla de bronce y mucho más. Otra es que, para varios de nosotros, fue la única vez que los vimos en cancha. Por otra parte, el nivel de ese equipo era superlativo. Récord 10-0 dando cátedra contra todos los rivales. En la final la gente cantó el ''dale campeón'' durante casi medio cuarto.
Agrego una más: lo que transmitió esta generación de jugadores que se terminará de ir con Luis Scola.
La Generación Dorada es mucho más que un campeonato. Se trata de otra cosa. La calidad estuvo, es difícil repetir semejante equipo como el de 2004. Pero son pocos los grupos, pocas las personas, que pueden expandir su integridad hacia otra gente como lo hicieron los jugadores de la selección de basquet en los últimos quince años. Para muestra, basta un botón. En un contexto donde otras selecciones han ido, van e irán para atrás para no enfrentar a Estados Unidos, estos tipos les ganaron dos veces seguidas. Obligaron a los inventores del basquet, a los mejores de la historia, a cambiar su forma de jugar para volver a tener la hegemonía a nivel selección.
Se me caen las virtudes del bolsillo para describirlos. Calidad, garra, rebeldía, efectividad, humildad, trabajo en equipo, respeto, esfuerzo, inteligencia, disciplina. Y como dijo el Loco Montenegro: dignidad.
Quedan solo dos campeones olímpicos vigentes. USA y Argentina. La URSS y Yugoslavia se disolvieron y ya no existen. Incluso sabiendo datos o conociendo el tema, cuesta dimensionar lo que hicieron estos tipos.
Y después está lo que cada uno vivió. Tenía 11 años. Fui a un partido del Premundial con mis viejos y mi hermano, que se había vuelto fanático del basquet por la serie ''Slam Dunk''. Nos tocó el partido con Venezuela. Fue 90-73 con baile.
Yo hacía radio desde el año anterior en mi Junín natal y alguien me dijo ''llevate un grabador, mirá si metes una nota''. Agarré el Panavox (?) de mi abuela que había fallecido dos años antes.
No estaba acreditado, nadie sabía quien carajo era. Pocos saben quien soy hoy, imaginense hace quince años.
Bajé de las tribunas del Ruca Che y encontré la puerta. Entre los micrófonos de TyC, ESPN y los medios locales, metí la mano para grabar la conferencia de prensa. Estaban Rubén Magnano, Gabriel Fernández y Leo Gutierrez hablando. Obviamente no atiné a preguntar nada, tenía once años y era igual de cagón que ahora.
Pero cuando terminó la rueda de prensa lo agarré a Magnano camino al vestuario, le hice una pregunta muy mal formulada y le pedí un saludo para la radio. Rubén accedió. Al final de esa grabación se escucha un ''gracias'' de mi mamá. Yo tenía once años y mi mamá le agradecía al DT de la selección por hablar conmigo.
Mi vieja le dijo gracias a Magnano, pero el que dice ''gracias'' soy yo. Primero a mis viejos, por habernos llevado a vivir algo tan groso, por ser lo que son y por no habernos dejado nunca en banda.
Y ahora yo les digo gracias a ellos, los jugadores. Además de un recuerdo hermoso, me dejaron un deporte para ver, relatar, comentar y jugar con amigos. Me dejaron un deporte para sentir. El basquet es dinámico. Especial para tipos ansiosos que no saben esperar, pero que al mismo tiempo necesitan su pausa. El basquet relativiza el tiempo. Un segundo es una eternidad y un cuarto puede ser la nada misma. Este insignificante ser les debe mucho más de lo que hicieron.
Somos varios. Tenemos miserias, nos mandamos cagadas, somos humanos, pero créanme que los que amamos en serio este deporte desde distintos lugares, les agradecemos. Desde hace quince años y para toda la vida.
Facundo Rumene.
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